El Salvador se está transformando en un ejemplo notable de seguridad en el Hemisferio Occidental, marcando un hito sin precedentes: más de dos años sin homicidios. En 2024, el país ha registrado 214 días sin asesinatos, un cambio radical que parece impensable comparado con las cifras de violencia que asolaban a la nación antes de la presidencia de Nayib Bukele.
El avance se debe en gran parte a la implementación del Plan Control Territorial y el controversial Régimen de Excepción, que fue clave para frenar un repunte de homicidios en marzo de 2022. Este último, que ha desatado intensos debates sobre derechos humanos y libertades civiles, ha sido visto por muchos como la acción definitiva contra el control que ejercían las pandillas.
Bajo este marco, el Estado ha podido recuperar territorios que, durante décadas, estuvieron bajo el dominio de grupos criminales. Los salvadoreños, quienes antes vivían en un ambiente de miedo y desesperanza, ahora ven una luz al final del túnel. Las encuestas revelan que, a pesar de las críticas de la oposición, la población respalda las medidas implementadas por Bukele.
El panorama actual es un reflejo de un cambio profundo: las pandillas están casi extintas y el control territorial ha sido restablecido. Este nuevo orden ha permitido a los ciudadanos disfrutar de una tranquilidad que parecía perdida, abriendo la puerta a un futuro más seguro y esperanzador.