España se encuentra en estado de emergencia tras sufrir las peores inundaciones en décadas, provocadas por una tormenta que descargó el equivalente a un año de lluvia en solo unas horas en las regiones del sur y este del país. Desde el inicio de este fenómeno meteorológico el pasado martes, al menos 155 personas han perdido la vida, según el último balance del gobierno regional de Valencia.
La región más afectada ha sido Valencia, donde se registraron precipitaciones sin precedentes en 28 años. Las lluvias torrenciales han causado el desbordamiento de ríos, inundando pueblos y carreteras, y dejando a miles de ciudadanos sin electricidad ni acceso a agua potable. Las escenas de devastación son alarmantes: personas atrapadas en sótanos y en plantas bajas de edificios, mientras que vehículos abandonados en las calles fueron arrastrados por las riadas.
El Centro de Coordinación de Emergencias de Valencia ha compartido actualizaciones constantes sobre la situación, que se agrava a medida que se continúa el proceso de levantamiento e identificación de las víctimas. Las autoridades locales están trabajando sin descanso para asistir a las comunidades afectadas, pero los desafíos son enormes en medio de un clima que sigue siendo adverso.
La magnitud de la tragedia ha generado un llamado urgente a la solidaridad y a la cooperación, no solo a nivel regional, sino en toda España. A medida que las aguas comienzan a retroceder, la recuperación de las comunidades afectadas se perfila como un proceso largo y complejo.