El margen del sector comercial y la alimentación para contener la inflación empieza a agotarse. Todo dependerá de la duración y la intensidad de esta “tormenta perfecta”, en palabras de Ignacio González, presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), que afecta a España y al resto de países europeos desde hace meses: precio de la electricidad desbocado, coste del transporte marítimo en máximos históricos y alza constante de las materias primas. Pero desde el sector advierten ya que no podrán aguantar precios por mucho tiempo más.
La tensión alcista afecta a unos sectores más que a otros. De momento, los productores reclaman una mejor retribución por parte de los supermercados y sus intermediarios y han llegado a protagonizar protestas durante el verano. Como consecuencia, Mercadona, líder de la distribución alimentaria en España, anunció una subida en el precio de la leche en sus lineales el pasado agosto.
No será el último paso en este sentido, según avanzaron algunas compañías en la jornada de Aecoc del miércoles, donde se reunieron cerca de 900 directivos. “Vamos a tener que subir precios”, dijo la consejera delegada de Frit Ravich, Judith Viader. En su caso, algunas materias primas fundamentales para su actividad, como el maíz, han sufrido un importante incremento de costes. “Estamos estudiando ahora el impacto de la subida de los frutos secos, y a ver cómo repercute esta situación en toda la cadena de valor”, añadió.
La inflación, en todo caso, no sería un problema si los sueldos y los ingresos de las empresas creciesen al mismo ritmo. Pero no es el caso. Los salarios pactados en convenio colectivo crecieron hasta julio un 1,54%, cifra inferior a la inflación registrada en ese mismo mes, según la estadística de convenios colectivos del Ministerio de Trabajo. De esta manera, los trabajadores amparados por la negociación colectiva están perdiendo poder adquisitivo.