La victoria tiene mil padres, pero la derrota es huérfana, como dice el viejo refrán. Apenas dos días después de que el Partido Republicano consiguiera la victoria en Virginia y realizara unas elecciones sorprendentemente cerradas en Nueva Jersey, los demócratas se culpan unos a otros por el colapso electoral. Los resultados del martes seguramente crearán aún más rencor entre las facciones en guerra del Partido Demócrata, que se han peleado todo el año por la agenda interna de Biden.
Los resultados del martes le dan a cada facción suficiente material para defender su caso e imponer su narrativa. Los progresistas señalan el hecho de que McAuliffe es parte del establecimiento demócrata, Biden culpa a la inacción del Congreso en su agenda doméstica, mientras que los moderados critican la agenda radical de los progresistas, que creen que no funciona bien con los votantes.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prácticamente sufrió un amargo revés con la derrota demócrata en la elección a gobernador de Virginia, considerada como un pulso sobre su mandato, en momentos en que sus ambiciosos proyectos siguen bloqueados en el Congreso.
Para los republicanos, la victoria de Glenn Youngkin ofrece una posible hoja de ruta estratégica para 2022, y tal vez incluso para los comicios presidenciales de 2024, pues logró retener la base electoral del exmandatario Donald Trump, de quien se distanció lo suficiente como para recuperar votos en los suburbios acomodados.
Y pese a que el gobernador demócrata saliente de Nueva Jersey, Phil Murphy, se impuso al aspirante republicano Jack Ciatarelli, esa victoria oficialista no es suficiente pera impulsar la presidencia de Biden, cuyo índice de popularidad a esta altura del mandato alcanza mínimos en la historia política reciente.