El Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) asegura haber resuelto en menos de 48 horas el asesinato de Daria Dugina, la hija del filósofo ultranacionalista Alexander Dugin, que falleció el sábado cuando una bomba adosada a los bajos del coche que conducía explotó cerca de Bolshie Viaziomy, a unos 40 kilómetros de Moscú.
“El crimen fue planificado y cometido por los servicios especiales ucranios”, ha asegurado el espionaje ruso a través de un comunicado, en el que incluso ha puesto nombres y apellidos a la supuesta autora —una ciudadana ucrania, según el FSB— de un atentado que se produjo en un lugar en el que las cámaras instaladas por doquier en toda Rusia habían dejado de funcionar días antes.
La acusación amenaza con elevar aún más la tensión entre Moscú y Kiev, dos días antes del 24 de agosto, cuando se cumplirán seis meses de la invasión rusa de Ucrania y en un momento en el que el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, advierte de que Rusia prepara una ofensiva para esa fecha.
La contundencia empleada por el propio presidente ruso, Vladímir Putin, para referirse a estos hechos releva que el Kremlin busca convertir esta muerte en un símbolo. Putin expresó este lunes sus condolencias “por un crimen vil y cruel”, y resaltó que Dugina “sirvió honestamente al pueblo, a la patria, demostró con hechos lo que significa ser patriota de Rusia”.