El día 20 de octubre del 2019, se celebraron las elecciones generales en Bolivia para la administración presidencial para el período 2020-2025. Luego de la presentación de los resultados esa misma noche, la población se volcó a las calles irrumpiendo así la paz social, a lo largo del territorio boliviano. Las protestas que apoyaban el oficialismo y la oposición se vieron presentes en las calles de las principales ciudades del país.
Desde ese entonces hubo amotinamientos policiales, trifulcas en el aeropuerto de la capital boliviana, la alcaldía de Cochabamba devorada por llamas, alcaldesa linchada por una horda de protestantes y una innumerable cantidad de botellas de gases lacrimógenos que fueron lanzaron por parte de las fuerzas policiales para pacificar las protestas.
Luego de muchos intentos fallidos de conseguir una estabilidad política y con la población agotada de corrupción y represión social; Evo Morales asumió la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia en 2006, con la bandera de reformador político de origen indígena. Una imagen muy renovadora luego del prototipo común de político clasista que había hasta esa época.
El poder jurídico y político a toda costa.
El 21 de febrero de 2016, mediante un referéndum, el 51.3% de la población rechazó la modificación del articulo 168 de la constitución vigente desde el 2009 que establece que el presidente puede “ser reelecto por una sola vez de manera continua”. En ese referéndum fue tan popular, que el 84.47% de la población boliviana fue a votar.
Los oficialistas derrotados desconocieron el resultado y apelaron al Tribunal Supremo Electoral, conformado por una mayoría oficialista, que habilitó a Evo Morales a buscar una tercera reelección con la justificación del “respeto a los derechos humanos”.
En octubre de 2019, se realizaron las elecciones generales y el recuento provisional oficial de los votos, daba una victoria insuficiente a Evo Morales. Obligando así a una segunda vuelta; pero el escrutinio fue suspendido por 20 horas sin previo aviso y una vez restablecido dio por ganador al presidente por un margen de 0,14%.
Ese mismo método fue usado en El Salvador, durante las elecciones de diputados y alcaldes en el 2018 por la misma empresa tecnológica: “Smartmatic”; quienes alegaron que la falla en el “script” no afectaba la transparencia de resultados durante esas elecciones.
Luego de finalizado el periodo de recuento de las papeletas, diversas auditorías internas y externas como la de la OEA, calificaron al procedimiento electoral como “viciado”, desencadenando así la ola de protestas en las principales ciudades.
De forma repentina, luego de varias semanas de protesta los principales mandos militares sugirieron a Evo renunciar a la presidencia y a la candidatura a un nuevo mandato presidencial desencadenando así la búsqueda del exilio en México.
En el país, el único partido político que se pronunció con un comunicado fue el instituto de izquierda: “El FMLN expresa su más enérgica condena contra el proceso de golpe de estado violento, racista, neocolonial y de carácter fascista por el que atraviesa el Estado Plurinacional de Bolivia, y su presidente legítimo Evo Morales».
Con este suceso, el FMLN pierde un aliado fundamental en su política exterior, y a quienes ellos podrían considerar un “padrino político”; pero desde la óptica civil, quien es un rezago de la oleada de izquierdas que se arreció desde el año 2009 en América Latina.