Alemania se prepara para el confinamiento de facto de los ciudadanos no vacunados. La situación epidemiológica se ha agravando tanto en las últimas semanas que hasta los partidos que negocian el futuro Gobierno han cedido a la evidencia y pasado de la tolerancia a las restricciones.
La norma que se aprobará el jueves regulará, sobre todo, la vida social. Algunos estados federados como Baviera, Berlín, Turingia y Sajonia, muy golpeados por lo que en Alemania es la cuarta ola, ya han comenzado a aplicarlas. El día a día de los no vacunados, que siguen siendo casi el 37% de la población, será a partir de ahora incómoda. Nadie les obligará a vacunarse, pero sí se les pedirá un test negativo para usar el transporte público, y acceder a su puesto de trabajo. Sólo podrán entrar sin requisitos a supermercados y farmacias.
Para el resto de espacios públicos, se impondrá con carácter preferente la llamada regla 2G, referida a vacunados y personas que hayan superado la enfermedad. Sólo estos podrán seguir una vida normal, aunque teatros, cines o restaurantes podrán solicitar la 2G, es decir, obligar a vacunados y sanados, en tanto que posibles transmisores del virus, un test negativo adicional.
Para el presidente de la Asociación Médica Mundial, el alemán Frank Ulrich Montgomery, estas medidas llegan tarde.